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Jon UriarteEl ex jugador y DT de la Selección, que ya había construido un polo de desarrollo en Azul, ahora trabaja en Catamarca. El objetivo es llegar a la Liga pero, además, potenciar las virtudes de una provincia virgen en el deporte.

Jon Uriarte, en los umbrales de los 50 años, es definitivamente un optimista del vóleibol. Lejos de mirarse el ombligo y de sacarles lustre hasta gastar las medallas de bronce que obtuvo como jugador de la Selección en el Mundial de Argentina 82 y en los Juegos Olímpicos de Seúl 88, aquel bloqueador central devenido en entrenador fue y vino por lugares en los que se preocupó mucho más por sembrar que por recoger.

Dirigió 10 años en Azul, donde construyó en una ciudad de 60 mil habitantes un singular polo de desarrollo y, para los que revisan las estadísticas, también vivió la euforia de ganar campeonatos. Llegó, concurso mediante, a conducir Australia durante un ciclo olímpico completo (2001-2004). Cuando los aires de renovación soplaban únicamente en las oficinas él, como cabeza de la Selección, hizo titular al armador Luciano de Cecco con apenas 18 años.

Su presente está en Catamarca, la provincia gobernada por el radical Eduardo Brizuela del Moral, donde luego de pasar como invitado en un par de cursos de capacitación para entrenadores descubrió que había mucho por hacer desde distintos lugares.

Quien quiera oír, que oiga: «Estamos en la antesala de lograr que un deporte provincial llegue por primera vez al más alto nivel nacional. Si logramos ser campeones con Catamarca Vóley y llegamos a la Liga Argentina, habremos logrado algo que pasará a ser parte de la historia de los catamarqueños», dice.

Lejos de quedarse con una etapa laboral de coyuntura y rápida fecha de vencimiento, Uriarte nombra a Juana Fernández, secretaria de Deportes de la provincia, como una pieza clave de lo que se disparó. «Le expliqué, allá por noviembre del año pasado, y por suerte me entendió, que si a Catamarca sólo le interesaba la alta competencia, la cuestión se arreglaba con dinero. Únicamente con dinero. Si hasta con plata se podía comprar una plaza y a otra cosa», cuenta.

– ¿Cómo se armó el proyecto?

– Hablamos con Hernán Ferraro para que fuera el técnico del equipo y le agregamos al proyecto, a la par en importancia, el armado de un plantel Sub 18 con unos 22 jugadores, algunos de los cuales tienen 16 años. Pero además incorporamos a un grupo de 10 entrenadores para que hagan trabajos de campo a la par nuestra. Vienen de a tres o de cuatro por semana, la Secretaría les paga el hotel y la comida y ellos meten mano en los entrenamientos como si estuvieran al frente del equipo.

– ¿Le sale cara la movida a la provincia?

– Me da pudor hablar del dinero destinado al deporte cuando a tanta gente le faltan tantas cosas. Pero hemos sido muy cuidadosos en el manejo del dinero de los ciudadanos y todo esto andará por los 400 mil pesos. O un poco más.

– Seguramente tendrás para contar situaciones singulares, ¿no?

– Que hacen falta socios y no enemigos en la provincia para que la idea se expanda, que en Belén, un lugar hermoso en la zona oeste, se juega un vóleibol muy lindo, que allí hay un entrenador llamado Luis Vega que es un motor imparable y que tienen hasta una Liga de verano. De a poco me fui enamorando profundamente de una provincia que tiene muchísimo por hacer y crecer. En el vóley estaban como esperando una caricia y será por eso que aprenden con facilidad.

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