Selección Argentina 1982

Seguramente en el momento no hayan sido conscientes de lo que habían logrado. Era un grupo de jóvenes que se encontró en medio de un boom voleibolístico en un país en dictadura y después del cambio radical que significó el paso de Young Wan Sohn en la manera de entrenar y ver el deporte.

Pero el 15 de octubre de 1982 y en un Estadio Luna Park desbordado, la Selección Argentina vencía a Japón para alcanzar un tercer puesto inédito en una competencia de esta magnitud. Y hoy, 30 años después, quedó demostrado que ese fue el punto de partida en el que, aunque no se volvió a repetir una actuación así en el Mundial, cambió la manera de ver el vóley en el país y de llevarlo a cabo.

Hasta 1982, Argentina había pasado por los Mundiales sin mayores resultados e, incluso, venía de su peor actuación histórica en 1978, con un 22º puesto. En 1975, Sohn llegó al país para hacerse cargo de la Selección y revolucionó la manera de entrenar, posiblemente, hasta un extremo demasiado exagerado.

Las maratónicas jornadas de entrenamiento en el CeNARD, junto a las interminables giras por todo el mundo para sumar partidos y más partidos y más partidos terminaron dando su fruto. Y eso también se logró por la predisposición de este grupo de jóvenes jugadores que se entregó por demás y terminó conformando la Generación Dorada.

Waldo Kantor, Hugo Conte, Daniel Castellani, Jon Uriarte, Esteban Martínez, Carlos Getzelevich, Raúl Quiroga, Alcides Cuminetti, Leonardo Wiernes, Gabriel Solari, José Puccinelli y Carlos Wagenpfeild fueron los elegidos por Sohn para representar a la Argentina, en la Argentina.

La Selección conformó el Grupo “A” junto a Túnez, México y Japón y debutó en Rosario en un estadio de Newell´s repleto. Esa fue la primera gran sorpresa para este grupo ya que nunca imaginaron semejante apoyo. Argentina clasificó junto a los japoneses (ganadores del grupo) para una segunda ronda que se jugó en Buenos Aires.

Allí, fue parte del Grupo “G” junto a China, Corea del Sur, Canadá y Alemania Democrática. El saldo fueron cuatro victorias, entre ellas una espectacular contra China por 3-0 y las demás, todas 3-2. De esta manera, los argentinos clasificaron a las semifinales donde esperaban Brasil y la Unión Soviética.

Estos últimos dos dominaron esa instancia y clasificaron a la final ganando en sets corridos. Sin embargo, el último duelo contra Japón y en el que en ese momento fue el más importante de toda la historia del vóley local, terminó siendo para la Argentina. El 15 de octubre de 1982, la Selección ganó por 3-0 (16-14, 16-14, 15-11) y se subió a un podio en el que la Unión Soviética terminó en lo más alto, pero que eso resultó una anécdota en el marco del gran festejo albiceleste.

Sólo seis años después de hacer historia en los Mundiales, esa Generación Dorada escribió la otra gran historia del vóley nacional cuando en los Juegos Olímpicos de Seúl ’88 cosechó la medalla de bronce.

Y aunque pasaron los años, hoy el vóley de la Argentina sigue disfrutando de lo que la Generación Dorada dejó. Es que hoy son los hijos de Conte, de Uriarte, Castellani, Quiroga y también ya asoma el del “Mono” Martínez, los que están escribiendo la nueva historia de la Selección.

Treinta años después, el recuerdo del primer gran hito del vóley argentino está más vivo que nunca dentro y fuera de la cancha.

Fuente: María Eugenia Candal / Somos Vóley – Foto: Directo al Cajón

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