En una nota realizada por Fernando Czyz, enviado especial de Cancha Llena a Lahti (Finlandia), el joven talento argentino manifestó que cree que el seleccionado no tiene techo. Este viernes juegan el primer desafío ante Finlandia por la Liga Mundial de vóleibol.
Las agujas marcan las 7 de la tarde, momento en que el plantel de la Selección Argentina de vóleibol recorre 200 metros por la calle Aleksanterinkatu, aquellos que separan el Sokos Hotel del parque donde se realiza la fiesta de apertura de uno de los encuentros de minivóley más populares del mundo, que reúne a 7500 jóvenes de entre 7 y 21 años.
Con un termómetro que trepó hasta los 27 grados en la calurosa primavera nórdica de esta ciudad, los jugadores del equipo nacional viven los instantes previos al comienzo de la serie ante los locales, por la tercera semana de competencia del Grupo C de la Liga Mundial.
Al llegar al evento, el equipo argentino recibe el cariño y la calurosa recepción de gran cantidad de jóvenes que se les acercan en busca de fotos y autógrafos. La barrera idiomática no existe porque el inglés es moneda corriente para la comunicación con propios y ajenos, justamente en esta capital de la radiofonía mundial.
En este escenario, el opuesto Diego Bonini es el más requerido por su pasado, con dos temporadas en el Raison Loimu de estas tierras escandinavas. Y de pronto emerge la figura espigada del joven talento Facundo Conte, que con apenas 21 años representa uno de los embajadores del renacer del voleibol argentino.
«Facundo es el mejor jugador joven del mundo y espero, al igual que Hugo, que en 4 o 5 años sea mejor que su padre», fue la definición contundente del técnico Javier Weber ante los micrófonos de los periodistas finlandeses, durante la presentación de la serie.
El hijo del Gran Hugo, que la última temporada brilló en la A1 de Italia en Lube Macerata, asimila esta presión deportiva y, con su frescura habitual y su sonrisa permanente, se presta al diálogo.
Facu, como lo llaman los más cercanos, resalta la importancia de esta etapa de selección para su carrera en lo personal y para este grupo de selección en el aspecto grupal: «Todavía tenemos mucho tiempo para trabajar y con muchos partidos por delante para intentar llegar a los Juegos Olímpicos, que es el sueño de cualquier deportista. Estoy muy ansioso de lograr la clasificación para sentirlos un poco más cerca. Tengo mucha curiosidad por experimentar ese momento, que mi viejo lo vivió tantas veces».
La tarde-noche avanza y el sol, inclaudicable, sostiene una temperatura veraniega. En esta parte del mundo y en esta época los días son eternos, casi sin oscuridad. Esta claridad motiva al grupo de jugadores de la selección nacional que, todavía con una hora y media para la cena, prefieren ocupar algunas mesas y quedarse en el evento como invitados privilegiados a una fiesta que comienza a tomar clima doméstico con la llegada de la selección local.
Con una mezcla entre juventud por la edad biológica y madurez por la cantidad de viajes representando a la selección, la mayoría de los jugadores vienen compartiendo torneos y competencias con la camiseta celeste y blanca desde las épocas de menores y juveniles.
«Algunos estamos desde hace dos años en la selección mayor, otros se incorporaron el año pasado y esta temporada. Es muy lindo llegar a este momento, en una Liga Mundial, habiendo compartido tanto tiempo desde chicos que se traduce en tener tantas caras conocidas alrededor. A veces dentro de la cancha no se siente la diferencia porque parecemos todos juveniles de las camadas 2007 o 2009. Esto quiere decir que tenemos mucho futuro».
Al regreso es tiempo de la comida y luego una breve charla técnica con video incluido, encabezada por el técnico Javier Weber. Si bien los reflejos del cielo por las ventanas no invitan a irse a dormir, el reloj biológico marca que descansar es una imperiosa necesidad para llegar frescos al encuentro de esta tarde ante los finlandeses.
No obstante, todavía resta tiempo para una descripción tan categórica como madura de Facundo Conte, flamante jugador de San Giustino: «Tenemos que seguir trabajando mucho porque todavía no hay un techo y tenemos un margen enorme para mejorar. Ad emás, tenemos que mantener los pies sobre la tierra, porque si bien jugamos un buen Mundial en Italia el año pasado, salimos novenos. Tenemos que crecer individualmente y como equipo, pero no tengo dudas de que en el proceso nos va a ir muy bien».
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